El «Capricho Árabe» es sin lugar a dudas la obra más conocida y celebrada de todo el repertorio de las composiciones de este gran maestro español. El guitarrista catalán Domingo Prat (1886-1944), alumno de Miguel Llobet, decía en su diccionario de 1934 (pág. 319): «Guardo de Tárrega mucho y muy buenos recuerdos: tengo algunos de sus muy importantes papeles originales como ‘Capricho Árabe’ que con su puño y letra tituló ‘Capricho Morisco’, lleva la fecha, 28 de julio de 1889, Barcelona».
El hijo de Tárrega, en una entrevista que le hizo José del Castillo, citaba reiteradas veces la «Serenata Árabe» en lugar del «Capricho Árabe» (Solidaridad Nacional, 25.III.1950). He aquí el manuscrito de Tárrega de la citada creación. Al principio de esta música están escritas las siglas C. A. y, debajo de éstas, Serenata; es decir, Capricho Árabe, Serenata.
La primera obra que hará imprimir Tárrega será el «Capricho Árabe» junto con otras de sus composiciones y una transcripción de un «Largo» de Beethoven, Op. 7 en las ediciones musicales valencianas Antich y Tena, en 1902.
El «Capricho Árabe» ha sido transportado al violín, instrumentado para pequeña orquesta, bandas, rondallas, incorporándose al repertorio internacional; para piano fue magistralmente transcrito por el profesor y compositor catalán, Manuel Burgés (1874-1945) bajo el título «Serenata Árabe» y publicada por las Ediciones Ildefonso Alier (Madrid).
El «Capricho Árabe» lo dedicó Tárrega al eminente maestro Bretón. Tomás Bretón (1850-1923) fue un notable músico español, que compuso óperas y zarzuelas. Entre ellas cabe citar la popular «La verbena de la paloma», un concierto para violín, música coral, de cámara y composiciones religiosas.
El hecho de haber dedicado a Tomás Bretón el «Capricho Árabe» nos puede dar esto una idea de la opinión que debía tener Tárrega sobre la importancia de esta obra. Al publicar la editorial valenciana Antich y Tena la primera colección de obras de Tárrega, escribió éste desde Málaga a su insigne amigo el maestro Bretón, pidiéndole excusas del atrevimiento que se había permitido al dedicarle su «Capricho Árabe». La calurosa carta que el maestro Bretón escribió en agradecimiento a Tárrega, demuestra el respeto y estrecho cordial contacto que había entre los dos compositores.